Sundays
Relgious Education Classes
10:45AM in the Parish Hall
Mondays
ESL Classes
7PM in the Small Dining Room in the Parish Hall
Tuesdays
Bible Study with Fr. Rob
9AM in the Church
Wednesdays
Spanish First Communion Classes
5:30PM in the Parish Hall
Youth Group Classes
7PM in the Parish Hall
Thursdays
Spanish GED Classes
6PM in the Parish Hall
RCIA Classes
7PM in the Church
October 13, 2024
28th Sunday in Ordinary Time
This week we hear of the man who inquires of Jesus how to obtain eternal life. He rejects Jesus’ invitation to sell his goods, give to the poor, and follow Jesus. Mark tells us this devastatingly sad line, “At this saying, his countenance fell and he went away sorrowful; for he had great possessions” (Mark 10:22). The man’s heart wasn’t centered on Jesus, but on his possessions. Perhaps Jesus intuited this. Now, we don’t know if Jesus intended to actually make him go through with it, like God’s call to test Abraham’s willingness to sacrifice Isaac. But sadly, in this case the willingness was not there to entrust everything to Jesus. And this made the man deeply sad.
For most of us, the literal dispossessing of our goods is not our call. But as Christians, a consistent renouncing of them is. This week, especially if you’re noticing a persisting sadness, I invite you to hear Jesus calling you to acknowledge that none of your possessions are finally yours. They are God’s and on loan to you. We get so addicted to that stuffy and sad word, “mine.” At Mass, we rehearse this attitude of joyful detachment by giving bread, wine, and money to the Lord, as if to say, “Lord, all I have is yours.” And what we get back is a sadness-defeating joy beyond all description: knowing that He is ours, and we are His.
What possessions are pre-occupying you at the moment? Write them down. Intentionally offer them to the Lord at the next Mass you attend.
— Father John Muir ©LPi
MEDITACIÓN EVANGÉLICA - ALENTAR UN ENTENDIMIENTO MÁS PROFUNDO DE LA ESCRITURA
13 de Octubre de 2024
28vo Domingo del Tiempo Ordinario
Por lo regular, nos cuesta mucho trabajo ayudar a otras personas con nuestros bienes. Nos duele dar a los necesitados. Siempre estamos poniendo peros y condiciones para dar más allá de lo que nos pide Jesús. “Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos disponga y nos acompañe, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar el bien” (Oración colecta). Obrar el bien es la invitación de Jesús en este domingo. Y para obrar el bien se necesita de estar ligeros de equipaje, es decir sin tanta cosa y bienes materiales que nos impidan ver lo que necesita nuestro hermano y hermana. Darse sin reserva en lo cotidiano de cada día, según cada circunstancia.
El Evangelio de hoy, nos narra cuidadosamente el diálogo entre un hombre rico y Jesús y nos dice que; “Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: Sólo te falta una cosa: vete vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme” (Marcos 10:21-22). El hombre, nos dice la narración, se fue triste, porque fue incapaz de abandonar sus bienes, que eran muchos para seguirlo como discípulo. Y aún más, ni siquiera se puso a pensar en la promesa de Jesús, de obtener un tesoro en los cielos. Éste es un llamado para todos sin excepción. No hay que pensarlo dos veces, demos y repartamos lo que tenemos con alegría a quien lo necesite para así, acumular créditos en el cielo. Porque tarde o temprano Dios nos juzgará tan solo en el amor.
©LPi